El fuerte terremoto que sacudió Japón en Marzo fue de 9,0 grados de magnitud. Los seísmos de Mayo en Lorca, España, alcanzaron 5,2 y 4,4 grados. Los de Enero en Santiago del Estero (Argentina) y Araucanía (Chile) fueron respectivamente de magnitud 7 y 7,1.
Pero, tal como señala Peter Dizikes del MIT, esos valores no están registrados, en contra de lo que bastante gente aún cree, en la escala de Richter, el famoso sistema de medición que data de la década de 1930. Actualmente, los sismólogos ya no utilizan la escala de Richter como una herramienta universal para evaluar la fuerza de los terremotos, pues no permite medir con precisión la energía emitida por seísmos tan grandes como el que asoló Japón en Marzo.
En vez de la escala de Richter, los científicos actuales usan la escala de magnitud de momento, desarrollada en la década de 1970.
Un terremoto produce muchos tipos de ondas, que se propagan desde su epicentro y se mueven con una amplia variedad de frecuencias. En comparación con la escala de Richter, la escala de magnitud de momento puede dar cuenta de más tipos de ondas, y también de más frecuencias. Por tanto, permite estimar mejor la energía total de los terremotos, y también puede relacionar estas observaciones con las características físicas de una falla.
La escala de Richter, que fue introducida por Charles Richter y Beno Gutenberg, emplea una lógica muy clara. Algunos tipos de ondas sísmicas viajan por el subsuelo con frecuencias relativamente altas, pero menos fuerza. Por el contrario, las ondas de otra clase se mueven por la superficie de la tierra con una frecuencia más baja, pero con una fuerza más destructiva.
Richter y Gutenberg midieron estas ondas con sismógrafos, instrumentos delicados con una balanza y un rollo de papel. Cuando la tierra se mueve, un sismógrafo registra la amplitud, o la altura, de una onda. Cuanto mayores sean las ondas registradas, mayor es el terremoto. Un terremoto de magnitud 7,0 es 10 veces más grande que uno de 6,0, y libera más energía.
La escala de Richter tiene dos defectos.
Los sismógrafos están preparados para medir las ondas sísmicas con frecuencias específicas.
Sin embargo, los terremotos inusualmente grandes, mucho más allá de la magnitud 7,0, emiten la mayor parte de su energía a frecuencias más bajas, y son más fuertes de lo que indican las típicas ondas de superficie, por lo que las amplitudes de estas ondas no representan la energía que realmente liberan.
Para medir toda la energía producida por un terremoto colosal, los sismólogos a veces tienen que esperar días o semanas para analizar las vibraciones de la Tierra entera. La escala de Richter comienza a perder fiabilidad a partir de la magnitud 7, porque una sola medición de una fase sísmica en particular difícilmente puede representar el total de energía del terremoto.
La segunda limitación de la escala de Richter es que no se refiere directamente a las propiedades físicas de la zona de la falla. En cambio, la escala de magnitud de momento, desarrollada por los sismólogos Thomas Hanks y Hiroo Kanamori, puede tener en cuenta la distancia a la que se deslizó una falla, el tamaño de la zona en la que tuvo lugar el deslizamiento, y la fortaleza del material físico, como por ejemplo roca, en el que el movimiento se ha producido.
Utilizando los datos sísmicos de un terremoto a partir de una amplia gama de sensores, los investigadores pueden representar un gráfico tridimensional de la orientación de la falla y de la dirección en la que se deslizó, así como la distancia a la cual se deslizó la falla. Esta información se utiliza para calcular la energía total liberada por el terremoto, expresada con los números de la escala de magnitud de momento.
Esta escala está calibrada para que coincida aproximadamente con los grados de la escala de Richter hasta el 7,0. Pero, a diferencia de la escala de Richter, la escala de magnitud de momento no sufre los problemas de distorsión de la escala de Richter por encima de la magnitud 7, y puede dar cuenta de la energía liberada por terremotos muy grandes.
En estos terremotos inesperadamente grandes, como el de Japón, a menudo están implicadas fallas que los científicos no conocían antes. Al vincular las mediciones del tamaño del terremoto con la dinámica de los desplazamientos de la falla, la escala de magnitud de momento ayuda a los sismólogos a conocer mejor desde dónde y por qué se inician los terremotos realmente grandes.
Pero, tal como señala Peter Dizikes del MIT, esos valores no están registrados, en contra de lo que bastante gente aún cree, en la escala de Richter, el famoso sistema de medición que data de la década de 1930. Actualmente, los sismólogos ya no utilizan la escala de Richter como una herramienta universal para evaluar la fuerza de los terremotos, pues no permite medir con precisión la energía emitida por seísmos tan grandes como el que asoló Japón en Marzo.
En vez de la escala de Richter, los científicos actuales usan la escala de magnitud de momento, desarrollada en la década de 1970.
Un terremoto produce muchos tipos de ondas, que se propagan desde su epicentro y se mueven con una amplia variedad de frecuencias. En comparación con la escala de Richter, la escala de magnitud de momento puede dar cuenta de más tipos de ondas, y también de más frecuencias. Por tanto, permite estimar mejor la energía total de los terremotos, y también puede relacionar estas observaciones con las características físicas de una falla.
La escala de Richter, que fue introducida por Charles Richter y Beno Gutenberg, emplea una lógica muy clara. Algunos tipos de ondas sísmicas viajan por el subsuelo con frecuencias relativamente altas, pero menos fuerza. Por el contrario, las ondas de otra clase se mueven por la superficie de la tierra con una frecuencia más baja, pero con una fuerza más destructiva.
Richter y Gutenberg midieron estas ondas con sismógrafos, instrumentos delicados con una balanza y un rollo de papel. Cuando la tierra se mueve, un sismógrafo registra la amplitud, o la altura, de una onda. Cuanto mayores sean las ondas registradas, mayor es el terremoto. Un terremoto de magnitud 7,0 es 10 veces más grande que uno de 6,0, y libera más energía.
La escala de Richter tiene dos defectos.
Los sismógrafos están preparados para medir las ondas sísmicas con frecuencias específicas.
Sin embargo, los terremotos inusualmente grandes, mucho más allá de la magnitud 7,0, emiten la mayor parte de su energía a frecuencias más bajas, y son más fuertes de lo que indican las típicas ondas de superficie, por lo que las amplitudes de estas ondas no representan la energía que realmente liberan.
Para medir toda la energía producida por un terremoto colosal, los sismólogos a veces tienen que esperar días o semanas para analizar las vibraciones de la Tierra entera. La escala de Richter comienza a perder fiabilidad a partir de la magnitud 7, porque una sola medición de una fase sísmica en particular difícilmente puede representar el total de energía del terremoto.
La segunda limitación de la escala de Richter es que no se refiere directamente a las propiedades físicas de la zona de la falla. En cambio, la escala de magnitud de momento, desarrollada por los sismólogos Thomas Hanks y Hiroo Kanamori, puede tener en cuenta la distancia a la que se deslizó una falla, el tamaño de la zona en la que tuvo lugar el deslizamiento, y la fortaleza del material físico, como por ejemplo roca, en el que el movimiento se ha producido.
Utilizando los datos sísmicos de un terremoto a partir de una amplia gama de sensores, los investigadores pueden representar un gráfico tridimensional de la orientación de la falla y de la dirección en la que se deslizó, así como la distancia a la cual se deslizó la falla. Esta información se utiliza para calcular la energía total liberada por el terremoto, expresada con los números de la escala de magnitud de momento.
Esta escala está calibrada para que coincida aproximadamente con los grados de la escala de Richter hasta el 7,0. Pero, a diferencia de la escala de Richter, la escala de magnitud de momento no sufre los problemas de distorsión de la escala de Richter por encima de la magnitud 7, y puede dar cuenta de la energía liberada por terremotos muy grandes.
En estos terremotos inesperadamente grandes, como el de Japón, a menudo están implicadas fallas que los científicos no conocían antes. Al vincular las mediciones del tamaño del terremoto con la dinámica de los desplazamientos de la falla, la escala de magnitud de momento ayuda a los sismólogos a conocer mejor desde dónde y por qué se inician los terremotos realmente grandes.
Artículo completo tomado de noticiasdelaciencia.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario